21.3.08

vaya baya

En esta entrega voy a presentaros a dos frutos muy interesting. Uno viene directamente de China y el otro genericamente de Canadá pero que resulta ser el fruto de la flor provincial de Alberta. La flor está en las patentes de los autos, en las entradas de la provincia por carreteras y en la licencia de conducir (que ahora poseo flamante después de 5-6 rondas de trámites!).

Sin más, helos aquí: Ataquemo primero las chinas. Las goji (枸杞 en mandarín) son efectivamente bayas (y se pronuncia muy approx. gou-chi). Provienen de la(s) planta(s) Lycium chinense y L. barbarum (esta última sería estrictamente 'Ninxia goji'). Siempre me llamaban la atención unas botellas de jugo orgánico de 'goji berry' que se hayan en tiendas para neohippies con más dólares que neuronas vivas, y por las cuales suelen cobrar la módica suma de $50 el troli cuando están de oferta. Dejando los hippies de lado, las plantas estas son unas comunes solanáceas si lo pueden acreditar (familia de la papa y el tomate). Las bayas casi siempre se venden secas tipo pasas de uva. Acortando por lo sano, sos realmente deliciosas (escribo mientras me manyo unas). Primeramente dulces, pero con un dejo muy particular, un tanto pungente / astringente. Una amiga china nos convidó unas para agregarle al té chino (verde por supuesto). Se pueden comer secas y son sabrosas, pero en el té se hidratan y uno sueña con sacarlas frescas de la planta. El otro día en el super, avisté que vendían goji sueltas al mismo precio que los arándanos secos (unos $3.25 los 100 g) y dije "véenga!". El boom en Norteamérica se debe a toda clase de atribuciones curativas milagrosas. Obsesión de Yanqui. A mí me gustan nomás. Y sin duda son muy nutritivas y saludables. En China también son usadas en infusiones herbales de crisantemo. Y el indio exclamó: "A acampar al Canadá! Habrá bayas tras la valla? A saltar! A tragarlas yá para aplacar la panza!". Pero si hablamos del Canadá, no. No son bayas las de la foto. Vaya vaya. Como verán, son más tirando a una rosa mosqueta y que es una rosa precisamente. Se trata de Rosa acicularis y es la "rosa silvestre" de Alberta. También conocida como 'prickly rose', que vendría siendo "rosa espinosa". Está por todos lados y es ciertamente *muy* espinosa, pero de espinas como agujetas. Las de la foto están recolectadas acá en Edmonton por un servidor. Son, botánicamente hablando, un agregado de aquenios. Cada aquenio es un fruto seco indehicente en sí mismo, por lo tanto el frutito de la rosa es un montoncito de minifrutos todos muchados dentro del tubo floral engrosado. Al estilo de la frutilla que también es una colección de minifrutos (también aquenios, y también es rosácea). Ahora, no son tan palatables de primera como las goji pero tienen lo suyo. Por empezar son tirando a amarguito y bastante más astringente, un toque agrio y ácido. Otra vez, a mí me gustan, pero Darío sabe que mi pregunta más preguntada es "Eso se come Darío? Se come?" je je. Lo cierto es que los aborígenes canadienses la usaban como otra fuente alimenticia durante los magros inviernos de estas tierras. Tienen un alto contenido de vitamina C y se convierten en una rica infusión o una delicatessen mermelada. También se le atribuyen propiedades medicinales que ciertamente tienen (como las goji) pero que están sujetas a inflación. La gente dice cosas. Además para extraer principios activos no basta con lastrar un puñado de bayas. Con un balde no me alcanza para lavar el avión macho. Por eso los indios hacen decocciones, infusiones concentradas, mezclas sinérgicas o tratamientos cáusticos.

El hippie que se toma el jugo de cincuenta mangos, ciertamente llena un vacío medicinal. Allá vaya.

14.3.08

viaje a las estepas

Bitácora de la oficina. Edmonton, Viernes 14 de marzo del año 2008, 12:29 MDT (GTM -06:00). 53.53° lat N, 113.52° lon O.
Desde la ventana se avista la primera formación en V de la estación. Al primer avistaje, parecen llevar dirección en sentido Nor-Nordeste pero enseguida viran approx. unos 10 grados a la izquierda y toman un decidido rumbo Norte. La Pícea, que sin enterarse se yergue tan alta como, y a la par del edificio, se mece pero no más que de costumbre; el viento calmó.

Apenas los viajantes cruzan el río, otros viejos conocidos aparecen. Caen, casi sin querer pero con aplomo. Si uno fija la vista en la distancia, dan la sensación de ir en tren y de un subyacente caos cuántico. Si se los mira más cerca el tiempo desacelera, todo lo demás se orquesta a su alrededor y revelan las corrientes laminares, las turbulentas y las térmicas con gran precisión.

Unos llegan y otros se van. Pero en transición amable y con la certeza de los ciclos, de los minutos geológicos.

Siguen volando con rumbo Norte y desaparecen tras una silueta urbana indignatemente indiferente. Irán a afirmar bases, a reclamar si pueden territorio propio. Como son pioneros, otros los seguirán. Bienvenidos.